sábado, 6 de febrero de 2016

Charles Bukowski VS Chick Corea

Por Amael Rubio Acosta

Para Julio Benitez

Estoy reestrenando la pc. Por razones de espacio permaneció un tiempo sobre un armario envuelta en una sofocante y estrujada bolsa negra. Parecía un arma secreta, un viejo cohete como aquellos de la base de San Antonio. Hoy finalmente llegó la distensión.

En un acto casi espontaneo, la habitación cedió un tramo al lado de la cama donde caben perfectamente la mesa con la pc y un espacio para una incómoda silla. La habitación es una suerte de Cubo de Rubik, solo que las maniobras buscan cuadriculas vacías, no cromos coincidentes. Algunos muebles, como el gran escaparate amarillo, han vuelto a su lugar original pero ahora ocupan un espacio más amable y no se enemistan, ni se empujan entre ellos como hasta hace poco.

Aunque aún nada ha sido forzado a abandonar la habitación, para suerte de la pc que al parecer tenía un futuro incierto (Alguien pretendió que se escurriera al lado del viejo televisor, pero ni hablar). Victoriosamente, ya está en su sitio: disfrutando de su hermoso oasis en este atestado rectángulo donde dormimos. Le puse una pequeña lámpara en lo alto del monitor y corrí a la Caridad del Cobre para un pequeño clavo en la pared del fondo. Ahí la virgen está más alta y puede tener mejor perspectiva del modo de ayudarnos.

El único problema es que la pc está a unos centímetros de la ventana que da al pasillo exterior, no
temo tanto por los estados del tiempo sino por lo que podamos trasmitir al vecindario que gravita sobre nosotros, y que -hasta ahora- nos evita visiblemente.

 Para inaugurar la pc probé a hacer lo usual. Acostumbro a leer de la pantalla por la comodidad de cambiar poses y la modernidad del manos-libres. También el pase de la página con un simple movimiento y el tamaño de la letra, con otro, entre tantas otras ventajas. Me dispuse a leer y a escuchar música, porque desde hace un tiempo -también por las virtudes de la tecnología- disfruto ambos placeres a una vez y hasta los dinamizo; y lo mejor de todo: los enfrento.  Esta vez leo cuentos cortos de Charles Bukowski y escucho a Chick Corea ¨My Spanish Heart¨. Bukow es amañado, pervertido y abrasador. Chick: constante, supremo, convincente. La idea es ¿quién vence, quién carga conmigo y opaca con su genio al otro genio?

La música lleva ventaja porque corre en los oídos sin lograr evitarlo y sin esfuerzo. A la literatura hay que salirla a buscar e insistir en ella como un buen cazador para finalmente dejarse enamorar. Bukowski es casi asqueroso, mejor: asquerosamente sublime. Puso sus palabras en un orden único y con ellas narra historias roídas y negras con un espantoso sabor a realidad y a tristeza. Sangra casi hasta morir y transfunde el conocido temor a quedarnos por siempre sobre esa tierra suya donde la vida peligra.

Corea es un genio del piano y del jazz. Su piano hace bailar la gordura de los saxos sudorosos y se escapa por el tono andaluz en una tarde de asesinatos festivos en la plaza donde las verónicas ocultan el miedo y la resequedad de la garganta cuando el toro roza las luces del abdomen y una mujer baja sus grandes ojos sin esfuerzo visible. Desde hace muchos años gozo de ambas monstruosidades, pero sin embargo hoy, amé un  poco más a las mujeres alcohólicas de Bukowski, a sus sexos implacables y a su total carencia de carmín.

La Habana, 10 de septiembre 2015