sábado, 29 de agosto de 2015

RENTAR EL VERANO EN LA HABANA

POR AMAEL RUBIO.
Hola hermanos, aquí volviendo de la noria y la sofocación...el verano
no es para disfrute de la mayoría de nosotros, “los habaneros”. En
realidad lo que muchos hacemos es sufrirlo. El turista lo sufre
también un poco, al principio, pero finge y finalmente lo disfruta
porque con dinero el verano es otra cosa...como casi todo.
Recoge los matules
Foto Amael



Ya tengo otro alquiler, otra renta, otro lugar para alargar mi record
de 20 anos cuasi "homeless" en la Habana, esta vez costó un poco más caro, casi en los límites de la factibilidad de vivir en esta urbe que hoy se deja dominar por el solazo. 



Ahora vivo en Santos Suarez, entre los límites de Luyanó y la venenosa Víbora. Debo investigar sobre sus orígenes para no pecar de foráneo. Parece otrora asentamiento de clase media. Aunque sus calles llenas de baches que semejan cráteres lunares reflejan el concepto cubano-soviético de que los objetos, los recursos, y hasta algunas instituciones son eternas (claro, no los hombres. Los hombres
mueren...) y no requieren ni del más mínimo mantenimiento o renovación.


Vuelve el sosiego y se pacifican las diástoles y los niveles de
Foto Amael
glicemia. Ahora daremos pasos -y pesos- para el mejor acomodo y de inmediato: A pretender de propietario. No hay de otra. Ahorrar para comprar una vivienda con estos salarios estatales sería conseguir el apartamentico que me gusta para el 2040 y de seguro me cremarán antes. 


No soy de los seguidores del conocido Dr. Selman que planean llegar a 120 los anos. Creo que la gente que nos ama también tiene derecho al descanso -después de tanto amor-. Mucho más si son tantos los amadores. Yo, por ejemplo tengo un familión enorme -sin incluir a los hipócritas- y un chorro de amigos y amigas, también con algunos 
excluibles. 

¿Y qué decir de los enemigos, los envidiosos de esta salud de
herrumbre, o del humor implacable con que enfrento el desatino del día
a día trastocando lugar y momento tan exactamente como si estuviera
programado? A ellos también hay que darles alguna vez la alegría de no
volver a chocar con esta sonrisa bobalicona.


Por cierto, puse un sms a los amigos más cercanos a propósito del
acontecimiento y solo uno contestó: "en lo que pueda ayudarte" y de
hecho ayudó. De seguro, debí haber hecho lo mismo con los enemigos,
los hipócritas y los excluibles.


El carro de la mudanza era un camioncito chevrolet del 1936. En un
recorrido de 2 km hubo que refrescarlo un par de veces, dar apretones
nada amistosos a los cranes de las ruedas y echar generoso aceite a la
"caja de Pandora" (de velocidad). Si, si...si (como decía un viejo
maestro de filosofía), pero… pude pagarle el precio que me cobraba y a
cambio, no solo me transportó al nuevo domicilio sino que usó una
mágica cuerda amarilla que facilitó -e hizo alguna mella- el trasiego
de nuestros queridos tarecos (por favor, lea muebles) en su complicado
proceso de carga y descarga. Algo importante, la reina viajó en una
calesa del siglo XVI y yo hice algunas fotos para graficar el evento.

Mudarse a un barrio nuevo en la Habana significa que la gente te mira con recelo, mucho más si no haces el cambio (oficial) de dirección y de la libreta (de abastecimientos). Pese a que está legalizado el negocio de la renta, para la gente eres aun un poquito “ilegal”. Te presentan a la compañera de Vigilancia y no te dicen que la señora acaba de llegar de Nueva York donde estuvo 3 meses con los sobrinos y el tio Sam. Pero, por fortuna, el cubano se desalmidona rápido y de pronto te llama “socio”, “asere” y en menos tiempo de lo que piensas te dice (a sotto voce) hasta los teléfonos de la gente que vende la roja, la verde y la amarilla en la zona. Confirmado: Gente de Zona.


El que vive rentado en la Habana no sabe cuanto le va a durar la
renta, el dueño se guarda para si esa arma secreta. Lo más que se
puede hacer es exigirle que lo anuncie con suficiente antelación, pero
eso solo depende de las circunstancias y del tipo de dueño que te
echaste.


De todos modos ya pagué mi primer mes y creo que está seguro. Ahora a
disfrutar de ´“MI CASA” y a invitarlos a todos a que tomen el Tren
Lechero que va de La Habana a Portland y me visiten por un fin de
semana. No hay que exagerar…